Esta sala es de planta cuadrada y se encuentra rodeada por nueve habitáculos o nichos. Tres a cada lado, cerrados hacia el exterior por celosías de madera, donde antes había vidrieras de colores, que dejaban pasado la luz.
Curiosamente, debemos el nombre de la sala a la palabra árabe “qamariyya” قمرية y que significa vidriera.
Además, estos nichos se encentran decorados con bellos alicatados y techos de madera semejantes a la cúpula central.
Gracias a la decoración epigráficas de las paredes sabemos que el nicho central, de mayor tamaño, corresponde a Yusuf I.
Con respecto al resto de la sala se debe mencionar la hermosa y finísima decoración de sus paredes, que contiene motivos epigráficos con letras cúficas y cursivas, así como motivos geométricos en yeserías y alicatados.
No debemos pasar por alto, las cinco pequeñas ventanas que hay a cada lado, cuya función principal era ventilar el espacio haciendo pasar el aire.
Otro aspecto que merece especial mención, es exquisito trabajo que hicieron los carpinteros del reino en el techo del salón.
Su cúpula está compuesta por 8.017 piezas de madera perfectamente ensambladas, donde se representan los siete cielos del islam.
Tal y como nos narra la sura 67 del arrocabe de madera que dice:
تَبَارَكَ الَّذِي بِيَدِهِ الْمُلْكُ وَهُوَ عَلَى كُلِّ شَيْءٍ قَدِيرٌ
الَّذِي خَلَقَ الْمَوْتَ وَالْحَيَاةَ لِيَبْلُوَكُمْ أَيُّكُمْ أَحْسَنُ عَمَلًا وَهُوَ الْعَزِيزُ الْغَفُورُ
الَّذِي خَلَقَ سَبْعَ سَمَاوَاتٍ طِبَاقًا مَّا تَرَى فِي خَلْقِ الرَّحْمَنِ مِن تَفَاوُتٍ فَارْجِعِ الْبَصَرَ هَلْ تَرَى مِن فُطُورٍ
ثُمَّ ارْجِعِ الْبَصَرَ كَرَّتَيْنِ يَنقَلِبْ إِلَيْكَ الْبَصَرُ خَاسِأً وَهُوَ حَسِيرٌ
وَلَقَدْ زَيَّنَّا السَّمَاء الدُّنْيَا بِمَصَابِيحَ وَجَعَلْنَاهَا رُجُومًا لِّلشَّيَاطِينِ وَأَعْتَدْنَا لَهُمْ عَذَابَ السَّعِيرِ
Paremos un momento a imaginar las sensaciones que debió producir esta estancia en el embajador que accedía al salón, a través del iluminado Patio de los Arrayanes, y vislumbraba a contraluz la figura del monarca sentado en su trono y rodeado por sus visires.
El juego de luces y tonalidades que producía la decoración y las vidrieras, tuvieron que ejercer sin ninguna duda, sensación de poder y grandeza del monarca ante sus súbditos.